martes, 27 de abril de 2010

CRONICA DEL VIAJE A PEÑISCOLA

Una vez más con EL INSERSO, en esta ocasión a Peñíscola a pasar 15 días por 303 Euros todo incluido en un Hotel de cuatro estrellas. Fecha de salida, el día diez de enero y regreso el veinticuatro del mismo mes del año 2010, y, una vez más, con nuestros amigos de Cieza, Amparo y Antonio.

Tal como estaba previsto llegó el día de partir. Cuarenta personas éramos los afortunados para este viaje. A las diez y media partimos desde Murcia hacia tierras de la provincia de Castellón. A mitad de camino hicimos una parada con el fin de estirar las piernas y evacuar necesidades. Sobre las dos de la tarde llegamos al Hotel Plaza que era nuestro destino y donde nos asignaron las habitaciones.

La tarde la teníamos libre, tiempo que empleamos en dar un primer vistazo a la zona en donde nos encontrábamos, que, por cierto, es bastante bonita y con un paseo marítimo de más de cinco kilómetros de longitud. El pueblo de Peñíscola lo teníamos a más de tres kilómetros, demasiado lejos del Hotel Plaza. El pueblo de Benicarló lo teníamos a unos dos kilómetros y medio de donde estábamos hospedados, pero había que aguantarse.
En esta crónica no voy a explicar la bienvenida que nos dan a los del INSERSO. De las excursiones que por allí se pueden hacer, ya nos encargamos nuestros amigos de Cieza y nosotros de enterarnos cuáles podíamos hacer, y, todas ellas utilizando los transportes públicos que hay disponibles por aquellos lugares. La primera visita que hicimos fué al castillo de Peñíscola en donde se encuentra el papa luna y que bien merece la pena visitar. La segunda excursión la hicimos al pueblo de Benicarló, donde nos llamó la atención el monumento que hay a la recolección de la alcachofa. La siguiente excursión la dedicamos a visitar la población de Vinaroz. Por cierto, este pueblo está hermanado con Yecla, hermanamiento que tiene sus orígenes en el año 1642, cuando unos soldados de Yecla y, al mando del capitán Zaplana, defendieron el castillo de Peñíscola; de ahí el motivo de las fiestas patronales de Yecla.

Esta visita ha Vinaroz la hicímos el día 16 de enero de este año 2010, llevándonos una sorpresa debido a que por estas fechas se celebra el 400 aniversario de la llegada de las reliquias de San Sebastián a esta ciudad. Por tal motivo, todos los balcones y ventanas estaban engalanados, pero lo más importante fue que, el día en que nosotros estuvimos allí las campanas de la iglesia las estaban cambiando. Yo, aprovechando que estos eventos no se ven todos los días, hice alguna que otra foto como recuerdo. Aprovecho este momento para relatar un pequeño verso, que dice así: "Campanas de mi lugar, tú si que me quieres de veras, tocaste cuando nací y tocarás cuando me muera".

Por lo demás, lo único que me queda por comentar es que todas las excursiones que hicimos fueron muy agradables y que hasta el final de nuestras vacaciones lo pasamos lo mejor que pudimos en compañia de nuestro amigos de Cieza y demás compañeros de viaje, a quienes desde estas líneas les mando saludos y abrazos, deseándoles mucha suerte y salud para todos.

lunes, 12 de abril de 2010

PEQUEÑA HISTORIA DEL VIAJE A ROQUETAS DE MAR


El día 19 de febrero del año 2010, y a través de EL IMSERSO, mi mujer y yo nos desplazamos a Murcia capital para coger el autobús que a las 10,30 horas de la mañana nos trasladaría a Roquetas de Mar.

Poco a poco fuimos llegando a la estación los que en su día escogimos y decidimos pasar 10 días en Roquetas; dos de las personas que llegaron ya habíamos coincidido en Benalmádena el año anterior.

Unas treinta personas éramos los que nos reunimos en la estación. Sobre las 9,45 horas llegó la azafata del IMSERSO. Como de costumbre nos pidió los billetes que acreditaban nuestro destino. Tal como estaba previsto partimos hacia la ciudad de Lorca, donde estaban esperando unas veinte personas más que también habían elegido pasar 10 días en Roquetas.

De nuevo nos pusimos en marcha con dirección a nuestro destino. Todo fué trasncurriendo en buena armonía y convivencia, entre bromas y conversaciones amenas. Lo peor ocurrió a la llegada a Roquetas, ni el chófer ni la azafata de viaje sabían dónde se encontraba el hotel que teníamos asignado por el IMSERSO. Dicho hotel era Playa Azul. La azafata nos hizo bajar del autobús en los aledaños del hotel Playa Capricho, diciéndonos que el autobús no podía pasar porque la calle estaba cortada y no era posible llegar hasta la puerta.

Cuando ya estábamos todos los viajeros en tierra y cada uno con sus maletas, nos dice la azafata que este hotel no era y que tenía que preguntar dónde estaba el nuestro; pero el autobús ya se había marchado de donde estábamos todos los viajeros. A continuación nos dice la azafata que le siguiéramos a pie, con la fatalidad de que nos llevó a todos cargados con nuestros equipajes más de 350 metros. Por si faltaba algo, hacía un viento fortísimo y además algunas personas apenas podían andar.

A la llegada a nuestro hotel, más de uno le dió una reprimenda a la azafata de nuestro viaje. Este mismo autobús recogió a otro grupo de Murcia que también había pasado 10 días de vacaciones. Esperamos y deseamos que esto no vuelva a ocurrir.

Nada más llegar al hotel y dejar el equipaje nos pasaron al comedor para dar buena cuenta de la buena y bien hecha comida que allí había. Después de comer nos dieron nuestros alojamientos, a mi mujer y a mí nos asignaron la habitación 246.

Aprovechamos la tarde para dar un paseo a pie por el buen y bonito paseo marítimo que hay en esa zona, A la mañana siguiente y como de costumbre el guía que hay en los hoteles y que pertenece al IMSERSO nos dió la bienvenida al hotel Playa Azul, explicándonos los derechos, ventajas y obligaciones que cada uno de nosotros tenemos en estas vacaciones; a continuación nos ofreció la extensa oferta de excursiones optativas que hay a disposición de los mayores.

Ese mismo día retomamos la amistad con las dos personas que habíamos conocido en Benalmádena en el año 2009; es un matrimonio de Cartagena, Balbino y Eulalia, un par de años mayores que mi mujer y yo. Ellos mismos nos ofrecieron compartir mesa, cosa que aceptamos de buen grado, y, a su vez, también decidimos salir a pasear, jugar a las cartas y presenciar las actividades que la azafata de animación nos ofrecía cada día a los mayores, azafata que por cierto es majísima desarrollando su cometido.

En cuanto a la excursiones que nos ofrecieron , mi mujer y yo únicamente nos apuntamos a la de Almería, porque en la mayoría de las que nos ofrecieron ya habíamos estado, como son Guadix, Granada, Nerja, Nijar, Cabo de Gata, Las alpujarras y Caravaca de la cruz. La visita que hicimos a Almería fué de medio día; el resultado, muy satisfactorio teniendo en cuenta que el guía que nos acompañó nos explicó de cabo a rabo lo más interesante de todo lo que vimos. En el tiempo libre que nos dió, unos cuarenta minutos, para hacer pequeñas compras, mi mujer y yo lo empleamo en tomarnos una cañas y las típicas tapas que hay por estas tierras.

En cuanto al tiempo climatológico tuvimos de todo un poco, más tirando a bien que a regular. Cuando no nos apetecía salir matábamos el tiempo jugando a las cartas al juego de el despistado; este juego se hace con la baraja española y es bastante divertido.

Una de las noches y después de cenar bajamos al salón de espectáculos donde la azafata nos deleitó con un juego a las casi doscientas personas que allí nos encontrábamos, teniendo como premio, mediante sorteo, una botelle de cava, con la suerte de que le tocó a mi mujer. Esta botella la compartimos con nuestros amigos y compañeros de Cartagena, dándose la casualidad de que al día siguiente cmplian su 50 aniversario de boda.

En bastantes ocasiones salíamos a pasear por el paseo marítimo, donde había momentos en que nos juntábamos más de 2.000 personas; aquello parecía Las Ramblas de Barcelona, y casi todos de la tercera edad. Gracias a los pensionistas estos hoteles no tienen que cerrar sus puertas durante muchos meses del año.

Lo negativo de este viaje fue lo que nos ocurrió a la llegada al hotel y los días que por viento o lluvia no podíamos salir a ninguna parte; y lo positivo, la buena atención que nos ha prestado todo el personal del hotel Playa Azul, y, cómo no, la buena amistad que ha surgido con nuestros amigos de Cartagena, Eulalia y Balbino, a quienes enviamos desde aquí un saludo.

De este viaje vamos a tener también como recuerdo las fotografías de las cosas que más interesantes nos han parecido. Por lo demás y sin extenderme demasiado para no aburrir al personal, enviamos un saludo y deseamos mucha suerte a quienes tengan el gusto de leer esta crónica de nuestras vacaciones en Roquetas de Mar. Saludos para todo el mundo.

lunes, 5 de abril de 2010

LA CAL LO TAPA TODO

Un Yeclano como yo, me contaba que a él le contaron que, en Yecla y por el siglo XVII, en la mayoría de los pueblos como Yecla las personas mayores, y me refiero a los hombres porque no podía ser de otra manera, cuando tenían un rato libre lo pasaban yéndose al único lugar a donde podían ir para pasar un rato con los amigos, sobre todo cuando era domingo. Iban a tomarse algún que otro litro de vino, acompañado de un puñado de garbanzos torraos o altramuces, que era lo que les permitía su situación económica en aquellos tiempos.
Pero para otras muchas personas la situación del dinero todavía era bastante peor y se valían de que los dueños de los ventorrillos les permitían tomar vino y lo demás, a pagar cuando pudieran; pero se equivocaron, porque cada día que pasaba las deudas iban aumentando. Al principio anotaban las deudas en una libreta, pero las libretas se llenaban de morosos y algunos no saldaban sus deudas. Además había quienes se cambiaban de ventorrillo con el fin de que en donde tenían sus deudas no les llamasen la atención. Esto se convertía en un ir y venir de clientes cambiando de ventorrillo. Con el tiempo ocurrió que todos los dueños tenían un montón de clientes morosos. A raíz de esto acordaron que, en vez de anotar las deudas en las libretas, lo harían en las paredes del establecimiento, figurando nombres y apellidos o, en su caso, los apodos de los morosos, para así ver si les daba vergüenza o seguian sin pagar. Pero, ni por esas.

Por entonces hubo una convocatoria a elecciones municipales. Los candidatos presentaron sus programas en los mítines y, como siempre, cada uno de los candidatos ofrecía toda clase de cosas para así ser elegidos. Uno de los candidatos, aprovechando que en su mitin había muchos ciudadanos, se dirigió a ellos y les preguntó: "¿hijos de Yecla, qué queréis?"; muchos de los allí presentes, en su mayor parte morosos de los ventorrillos, contestaron: "¡¡ Que encalen los ventorrillos!!..."

Estaba claro, como las paredes de los establecimientos estaban pintadas con cal y en ellas se encontraban las listas de los morosos, de esta manera dasaparecían todas las deudas. Parece ser que lo consiguieron y que cada uno de ellos pagó cuando pudo y como pudo. Los ventorrillos no tenían otra opción, paciencia y más paciencia y continuar vendiendo vino garbanzos y altramuces.