lunes, 5 de abril de 2010

LA CAL LO TAPA TODO

Un Yeclano como yo, me contaba que a él le contaron que, en Yecla y por el siglo XVII, en la mayoría de los pueblos como Yecla las personas mayores, y me refiero a los hombres porque no podía ser de otra manera, cuando tenían un rato libre lo pasaban yéndose al único lugar a donde podían ir para pasar un rato con los amigos, sobre todo cuando era domingo. Iban a tomarse algún que otro litro de vino, acompañado de un puñado de garbanzos torraos o altramuces, que era lo que les permitía su situación económica en aquellos tiempos.
Pero para otras muchas personas la situación del dinero todavía era bastante peor y se valían de que los dueños de los ventorrillos les permitían tomar vino y lo demás, a pagar cuando pudieran; pero se equivocaron, porque cada día que pasaba las deudas iban aumentando. Al principio anotaban las deudas en una libreta, pero las libretas se llenaban de morosos y algunos no saldaban sus deudas. Además había quienes se cambiaban de ventorrillo con el fin de que en donde tenían sus deudas no les llamasen la atención. Esto se convertía en un ir y venir de clientes cambiando de ventorrillo. Con el tiempo ocurrió que todos los dueños tenían un montón de clientes morosos. A raíz de esto acordaron que, en vez de anotar las deudas en las libretas, lo harían en las paredes del establecimiento, figurando nombres y apellidos o, en su caso, los apodos de los morosos, para así ver si les daba vergüenza o seguian sin pagar. Pero, ni por esas.

Por entonces hubo una convocatoria a elecciones municipales. Los candidatos presentaron sus programas en los mítines y, como siempre, cada uno de los candidatos ofrecía toda clase de cosas para así ser elegidos. Uno de los candidatos, aprovechando que en su mitin había muchos ciudadanos, se dirigió a ellos y les preguntó: "¿hijos de Yecla, qué queréis?"; muchos de los allí presentes, en su mayor parte morosos de los ventorrillos, contestaron: "¡¡ Que encalen los ventorrillos!!..."

Estaba claro, como las paredes de los establecimientos estaban pintadas con cal y en ellas se encontraban las listas de los morosos, de esta manera dasaparecían todas las deudas. Parece ser que lo consiguieron y que cada uno de ellos pagó cuando pudo y como pudo. Los ventorrillos no tenían otra opción, paciencia y más paciencia y continuar vendiendo vino garbanzos y altramuces.

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